No te vayas sin decirme "Buenas noches, amor mío."
sábado, 21 de noviembre de 2009
No puede ser.
Es como sentir que se desgarra la carne del pecho, dejandolo abierto, vulnerable. Momentaneamente un sentimiento punzante recorre mis muñecas como un cortajeo en las venas, se pierde la mirada en la tuya, ¿o en el abismo en el que caigo? Entonces, sólo entonces siento como si el mundo entero se me viniera abajo. Sí, un cliché. Pero es que no es una simple expresión. Es el sentimiento de sentir como otra vez, todo lo que uno penso posible se hace pedazos. Como las ilusiones se destrozan como espejos quebradizos, y no es la primera vez. Es un gran espejo desde el techo hasta el suelo, que se va quebrando de a poco, aunque emparchando con cinta blanca. Pero por más que se emparche, se rompe. Se quiebra. Y no se puede negar que cuando se rompe un espejo uno tiene siete años de mala suerte. Esos años aumentan cada vez que el espejo se rompe con cada ilusión terminada. Y así como así, tal vez te vayas y no te vea nunca más. Y creo que eso es aún peor que el sentimiento que provoca verte. ¡Ah! Tan sólo escribir esas palabras, procesar esas ideas en mi mente, hacen que sienta agujas afiladas pinchando con sus amigables y filosas puntas cada una de mis pequeñitas venas. Un hormigueo un tanto extraño comienza a fluir en mi cuerpo, y me pregunto si siempre que intente una relación amorosa terminara en una ruptura. Ruptura, ruptura, ruptura. Ruptura no es solamente una separación de dos corazones latiendo, de dos personas besándose. Ruptura es el sentimiento de que se separa el alma del cuerpo, que se separa la carne de la silueta, que se separan los ojos de la cara, que se separa la sangre del torrente sanguíneo, que se separa la voz de los labios... Todo eso es ruptura. ¡Ruptura! Estoy harta de eso. ¡Ruptura! Dos pedazos de tierra se separan, ¡ruptura! En ese vacío caigo. ¡Ruptura!
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