Advertencia: No, no tiene nada que ver con el cuento de Chuck Palahniuk.
En fin, otra vez me enferme. Es como si a mi interior le gustara enfermarse. Lo peor es que me resultó muy raro, porque ya hace tiempo que no fumaba y creo que ahora es tiempo de dejarlo, seriamente hablando. El tema de ser delicada de la garganta me esta jodiendo, tal vez, demasiado.
Ahora a las novedades: Antes del primer nuevo día de clase, me dolía el estómago, mucho. Nunca me había puesto tan nerviosa por algo que creo que no es tan... importante. O tal vez sí lo es, pero la cuestión es que estoy tan acostumbrada al cambio que pretendo que ya no me importa.
Tengo una especie de preocupación constante... aunque es algo estúpida. Sé que mis tripas no me van a decepcionar, que mi organismo por lo menos no juega en mi contra.
Me reencontre con gente que hace mucho que no había visto, conocidos pasados, gente de La Cultural, en fin, lo veo a Toto en todos los recreos. Es una sensación muy linda. Tengo una compañera que escucha visual kei y estudia japonés como yo. Tengo cuatro horas de literatura por semana y creo que eso es lo mejor que me podría haber pasado. Hay talleres de música, de cine, de muchas cosas que me interesan. Esa sensación de sentirte inferior ante tantas otras personas sigue dentro mío. Es raro. Porque creí que ya lo había superado.
Extraño a Mauro. Lo único malo de todo esto, es no poder verlo... Y sé que es muy insensato de mi parte sacarte algo a lo que ya estabas tan acostumbrado. Perdoname.
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