sábado, 31 de julio de 2010
7:40
Y un nuevo comienzo. Una nueva página de un libro. Una novela sin terminar, y poemas sin entretejer, cuentos sin explicación y sentimientos equívocos. Finalmente, tus manos dejan de sentir dolor. Quieren creer que después de tanto 'sufrimiento' tiene que haber algo bueno.
No. Ya no creo más en el dolor. Eso es cosa de débiles.
El tiempo sigue. La vida continúa su ciclo maldito, ya escrito en muchos pergaminos. Déjenme de joder. Todo es como un giro que no termina y en el medio de las uñas y la carne tengo el sabor amargo de que tal vez el nuevo comienzo sea una repetición de mis tantas resurrecciones. Seré estúpida, pero no boluda. Seré ingenua, pero no predecible. Seré manipulable, pero no débil.
Por lo menos no tanto.
Después de demasiadas determinaciones, llegamos a la conclusión de que no hace falta preguntarle a una pared por qué podes o no podes ser feliz. Tenes que decir: Soy feliz. Sin importarte que tan jodida sea la situación. Así de egoísta suena. Así de bien, funciona.
C o n t r a d i c t i o n s
A pesar de lo egoísta que sea y del poco tacto que tenga para tratar este tipo de situaciones, por lo menos... Ahora voy a dar pecho.
No más arrepentimientos equívocos -quién sabe-.
No más llantos sin sentido.
No más pintar las peredes con mis pensamientos existencialistas.
No más alcohol en mis dedos.
No más arrepentimiento.
No más temblor en mi voz.
No más dolor.
No más felicidad.
Y ahora que me hiciste encontrarlo, por lo menos voy a intentar hacer las cosas bien. Por lo menos. Y sé que para las personas que estén leyendo esto tal vez no entiendan, o tal vez sí, pero no importa. Y también para mi persona especial, con quien me junto todos los miércoles en una plaza, me gustaría pedirle disculpas aunque sea a través de este ente idiota. Mañana la llamare e intentaré que las cosas se solucionen.
Pero tal vez no se solucionen. Y no por eso un meteorito va a caer a la tierra y comerme toda la cara.
Ahora soy una mujer, o por lo menos eso creo, y como tal, debo aceptar las responsabilidades.
martes, 27 de julio de 2010
C r y i n g
Me privan de un lugar para poder expresarme. No me dan nada, no me ofrecen nada, me arrojan al fuego esperando que yo misma encuentre todas respuestas. Como en el medio de un edificio en llamas, me asfixio con el humo de entre en mis pulmones y caigo, caigo en un sueño blanco, en el que todas las estrellas se caen también, y la luna se da vuelta y ya no hay más planetas. El cosmos se reduce a una migaja de pan que se la come una paloma. El corazón se retuerce como una rata a la que le inyectaron heroína. Y agujas te pinchan las puntas de los dedos intentando salvarte de un dolor ajeno.
No llores. Sé feliz. Es más fácil decirlo que hacerlo.
lunes, 26 de julio de 2010
Who cares about it?
En momentos como estos, en los cuales mi vieja está enferma como la puta madre otra vez, no de depresión, si no de una gripe extraña que no se le va más, es cuando nuevamente siento que el mundo "se cae abajo". Sí, ¿vieron? Ponerme en estado emo es taan fácil. Soy una nena estúpida que se deprime por todo. Pero tampoco hago nada para cambiarlo. Qué pelotuda. No me importa, sé que aunque lo intente, cambiarlo es en vano, porque yo soy así. Lamentablemente, soy así y tengo que aceptarme así.
Y estuve todo el fin de semana pasado encerrada en mi casa. Cuidando de mis padres enfermos, mi madre con gripe y mi padre con una úlcera en el estómago. Y hoy también, no salí, no fui a ningún lado. Quiero v e r t e. Pero al mismo tiempo me carcome la culpa de saber que mi vieja me va a estar puteando desde la cama, diciendo que soy una hija desagradecida y que soy una malcriada.
Y después viene ese sentimiento de inutilidad. Esa sensación de que al estar encerrada en tu casa, por lo menos, a lo sumo, tenés que hacer algo productivo. Y no tenés ganas. No tenes ganas porque tu casa te deprime hasta el punto de que no tenés ganas de hacer nada. Cuando agarras un libro para leer, intentas volar muy lejos y no caer en la tierra. Pero es en vano. No hay escape esta vez. Siento que la literatura está en mi contra y no a mi favor. ¿Qué gane intentando fundirme con ella? Ella no va a ser mi amante porque ya tengo uno. El arte no me quiere. Y eso me hace sentir horriblemente mal.
Aunque le entregue mi alma al arte, ¿el me la va a aceptar? Aunque lea libros de filósofos, ¿los voy a alcanzar a entender? Aunque estudie muchos idiomas, ¿los voy a poder dominar bien?
Veo... veo toda esa gente que puede. Que sonrie a pesar de sus problemas, que es feliz a pesar de sus miles de millones de dificultades, y yo... yo me dejo caer en el primer pozo que veo. Como si me gustase estar mal. Como si me gustase pensar en color negro.
Tengo que terminar de hacer un par de written works para La Cultural todavía, y no tengo muchas ganas verdaderamente; esa pachorra que me impide hacer cosas productivas es la misma que hace que ahonde la "depresión" en mi alma.
Mirate. Estás diciendo las mismas pelotudeces que siempre.
Una, y otra, y otra vez...
Dejate de joder nena, no podés dejar de lamentarte. ¿No podes?
No sé si puedo...
Quiero...
Y me puse a pensar en mis 'vidas pasadas'... Cuando yo era una niña ilusa que nada sabía y nada más ganas de aprender tenía... Mi 'yo' oscuro, el taciturno, el callado de los pasillos del colegio verde inglés... Mi 'yo' alegre, el divertido, que tapaba sus tristezas en un manto de estúpida felicidad sin sentido... Mi 'yo' que se creía más maduro, que empezo a leer libros e interesarse en la literatura... Mi 'yo' vengador, que odia a muchas personas... Mi 'yo' furioso, que gritaba y lloraba y se arañaba el pecho con las pocas uñas que tenía...
Yo.
Siempre se trato de eso, ¿no?
Qué egoísta.
domingo, 18 de julio de 2010
May be.
jueves, 15 de julio de 2010
Papá.
Mi padre siempre me llevaba a jugar a la plaza cercana a mi casa cuando era chica. Tal vez yo tenía cinco años en ese entonces; no lo recuerdo muy bien. Él me tomaba de la mano con fuerza, y sonreía cada vez que me miraba. Yo no entendía porque me sonreía tanto, ¿es normal sonreír hasta que te duelan las comisuras de los labios? Porque a papá le dolían los músculos faciales de tanto sonreír.
Íbamos caminando todo derecho hasta llegar a casa. Nunca me perdía. Le pregunté a papá si algún día podía hacer un mapa sobre la plaza, el camino para llegar hasta ahí y de nuestra casa. Él dijo que sí, y que era una muy buena idea. Entonces cuando llegaba al gran espacio verde, yo investigaba cada rincón de ese lugar, y me trepaba a los árboles y me metía adentro de casas pequeñitas con mal olor. Papá siempre se iba a hablar con unas personas que no conocía, pero nunca les pregunte quienes eran. Me daba miedo preguntarle quienes eran. Se veían como si fuesen muy malas personas, eran altos y musculosos y tenían una cara de malo tremenda. Pero yo no les hacía caso, me quedaba trepando árboles como un mono y hablando con las hormigas sobre en donde estaba el tesoro de la placita.
Y entonces, luego de un par de horas, volvíamos a casa. Mi padre ya no sonreía. Tenía una mirada extraña. Me costaba reconocer que fuese él. Tenía un olor muy extraño en su ropa… algo como hierba quemada. No sé cómo explicarlo bien. Pero ya no me sonreía… y tampoco me agarraba de la mano cuando volvíamos a casa. Siempre me daba miedo volver a casa con papá. Por eso yo había hecho un mapa para saber cómo volver sola. De todas formas disfrutaba mucho cuando mi papá me llevaba a la plaza, pero me hubiera gustado que cuando volviésemos también fuese una linda experiencia.
Al llegar a casa, mi mamá siempre estaba llorando desconsolada, con los brazos sobre la mesa de la cocina. Al oír la puerta abrirse anunciando nuestra llegada, ella se abalanzaba sobre mi padre y le decía muchas cosas que yo no entendía. Cosas como “¿estuviste otra vez tomando esa cosa?” o “¿dónde están esos tipos?”. Y le revisaba los bolsillos. Y también le metía el dedo adentro de la nariz. No entendía por qué, era gracioso ver como mamá le metía el dedo adentro de las fosas nasales a papá. Pero la seriedad con la que ella lo hacía no me permitía que me riese. Luego ella lloraba. Decía que no tenía por qué estar haciéndome esto a mí. A veces mamá le pegaba a papá y lo mandaba a la calle. En esos casos, me mandaba a que me duerma a mi habitación, pero yo le abría la puerta a papá a la medianoche (¿era verdaderamente la medianoche?) y lo dejaba entrar a casa otra vez. Él me abrazaba y me pedía perdón. Se dejaba caer en sus rodillas, y haciendo un leve ruido contra el piso éstas caían, quedando frente a mí. Mi padre lloraba en mi hombro, y yo lo consolaba, como si fuese yo la madre y él mi hijo.
“Está bien papá, te amo.” – le decía con mi inocencia aún no corrompida – “Te amo.”
Pero los años pasaron y ya no me llevaba a la plaza a jugar. Y ahora él salía de noche. Para este entonces yo ya tenía doce años. Un día papá no vino más a casa. Le pregunte a mamá el porqué y ella me tiro un cenicero.
“Vos, pendeja estúpida. Vos nunca le dijiste nada.” – me decía entre susurros; o tal vez se lo decía a ella misma.
Una noche soñé con papá. Ya tenía quince años. Un sonido como de vidrios rompiéndose fue el que me despertó. Me sobresaltó demasiado, y baje escaleras abajo a ver qué era lo que había pasado. Mi madre, tirada en la mesa de la cocina, estaba llorando. Como esos días en los que volvía de la plaza.
“Ha vuelto… él ha vuelto.”- sollozaba entre sus lágrimas y mocos.
Yo subí las escaleras. Vi la puerta del baño mohosa y que aún no se había terminado de arreglar. Abrí la puerta. El espejo estaba roto, pero de todas formas entre y me mire en él. Detrás de mí, pude ver a mi padre. Mi padre sonriéndome.
“Papá… no te preocupes. Ya lo entendí. No te culpes.” – le explicaba al espejo, como si el realmente estuviese detrás de mí.
Y él dejo caer dos lágrimas. Pero estas no eran lágrimas de tristeza. Eran de felicidad. Se acerco a mí a través del reflejo del vidrio roto y me abrazo. Pude sentir su calor inclusive en el sueño.
Cuando me desperté, no pude evitar entrar en el baño en refacción. El sueño que había tenido la noche anterior me había dejado con un extraño sentimiento. Al entrar, luego de casi haber tirado la puerta abajo o sacado el picaporte afuera, vi el baño mohoso tal como estaba en mi sueño. Entre en él y fue como entrar en otro mundo. Como retroceder diez años atrás. Mi mirada cayó lentamente, como si supiese lo que iba a ocurrir. Mis ojos se desviaron hasta mis pies, y en el suelo, se encontraba una jeringa.
Una jeringa vieja y usada.
lunes, 12 de julio de 2010
Touché.
Seguís ahí. Yo no encuentro la llave para abrir la puerta. Me encerraron ellos y no me dejan salir. ¿La culpa la tengo yo?
El frío me congela las manos. Los dedos se me caen al compás de las lagrimitas que me salen de los lagrimales.
Estira la mano... intenta alcanzarme. Los mocos del cerebro no van a detener mis ganas de irme a la mierda. Escapar.
La palabra que hace que todo tenga sentido. La sombra de mis deseos que demuestra que la felicidad plena tiene una forma de realizarse.
Aunque rompa el vidrio y te tire una piedra desde la habitación de mi cuarto, nada va a suceder. Tal vez la piedra rompa tu ventana y te llene la cara de vidrios. Eso te pasa por mirón.
Une confidentialité. Una habitación en el medio de muchas otras, un lugar en donde yo soy todo. Yo, yo, yo, yo, yo, yo, yo. Las paredes están llenas de garabatos con aerosol barato y mis muchas imagenes y fotos hechas por mí. Pero no podes mirarme. No tenés la suficiente autoridad para poder mirarme de esa manera. Esta bien que no tengo cortinas, pero estoy harta de tu mirada extasiada, mirando mis curvas como si fuera una de las maravillas del mundo.
Morite.
Dejame tener mi privacidad.
Deja de mandarme cartas sexópatas. ¿No entendes no? Mi figura es simplemente una mentira. Mis curvas son ilusiones hechas por los dibujos estrambóticos de los paredes. Deja de enamorarte de la nada. Touché, mon amour.
viernes, 9 de julio de 2010
Para una madre.
Andate a la mierda. Deja de gritarme. ¿No ves que no ganas nada con hacer eso? Pedazo de pelotuda, no me interesan tus gritos ni tus puteadas hacia mi persona o hacia otros. ¿Cómo queres que te limpie los platos si tengo la cabeza en otro lado, la pierna lastimada, y el corazón vacío?
Y así y todo te haces la que me conoces más que nadie, que te importa lo que hago, digo y pienso; que me entendes con plenitud. Aca la única que se va a llegar a entender del todo soy yo, yo nada más, porque no hay nadie en este mundo que va a llegar a entenderme. Y eso, recién ahora, qué ilusa que fui y que soy, me di cuenta recién ahora.
Vieja pelotuda, mirá si vos me vas a decir que soy o que no soy. Qué son las personas o que no son. Tu experiencia metetela en el culo. Como dice Oscar Wilde, "la experiencia es el nombre que cada uno le da a sus errores."
Así que, ¿por qué no te vas a leer un ratito "El retrato de Dorian Gray" y te das cuenta de todas las mierdas de las que yo me di cuenta cuando lo leí? Ah, no, porque vas a empezar a decir que me voy a volver zurda, que el socialismo y el comunismo y las mierdas de los partidos políticos.
Mother,
stop bothering me.
There's nothing you can do
to change the way I think
or to make me believe
that you are right in everything.
Father,
stop scaping from me.
There's no way you can solve
my inner or out problems.
If every time you see me cry
you run away like you had seen death.
Me,
only myself and my stream of thoughs
can I face reality if reality doesn't exist?
You
who are reading this
perhaps you'll think I' mad
well, you're right
I'm mad
And I'm not only mad
I'm a girl
who doesn't care about life.
domingo, 4 de julio de 2010
Trasnformaciones e ilógicos sentimientos
a que extendieras tu mano e intentaras alcanzarme.
Siempre fui libre,
libre en el sentido más exclusivo de la palabra.
Aunque volara por los cielos
entre mis alucinaciones y cabellos resueltos y risueños...
Dejame decirte algo: Nunca estuviste ahí.
Es díficil querer volar cuando estás adentro de una jaula.
¿Quieren volar?
Rompan el magnetismo que los une hacia la tierra,
la gravedad que les niega su anhelo.
Manos que hacen figuras extrañas,
dedos entrelasandose entre ellos mismos,
jugando...
buscando la salida.
Tijeras que no cortan piel, si no telas.
Heridas superfluas.
Mírame. No soy más una niña.
En un remolinete lleno de aguas oscuras,
danzó en él como la única bailarina de la faz de la tierra.
Bailando, bailando al compás de los pétalos de miseria.
Bailando, volando, bailando en el agua putrefacta de la vida.
sábado, 3 de julio de 2010
Random stuff
Argentina salió del mundial y eso me trajo una cierta felicidad. Felicidad en el sentido de que tal vez la gente deje de preocuparse más por un maldito partido que por la situación de su puto país. Pero creo, dudo muchísimo que lo hagan. Después de todo es preferible vivir en el limbo antes que posar los pies en la realidad.
Me duelen las piernas. El viernes me hicieron jugar como cuatro partidos de hockey seguido. Toma hija de puta, profesora de educación física exigente pelotuda. Dentro de poco, tal vez, mi orientación vaya por otro lado. Muchas cosas dentro mío han cambiado: o simplemente, tal vez, han vuelto a aparecer.
Siempre vengo diciendo que quiero hacer cambios, que cambié, que voy a cambiar. Pero la cosa no es así: la cosa es hacerla. Menos charla más acción, dice la frase.
Empece a leer el libro que hace mucho me prestó Mauro, se llama Felicidad y es de un tal Will Ferguson. Aparentemente, no tiene mucha trascendencia en el ambito literario pero es un libro bastante llevadero. Trataré de terminarlo lo antes posible, de terminar de leer esa novelita de mierda que tenemos que leer para el colegio, y luego en las vacaciones de invierno devorar la máxima cantidad de libros posibles.
Hoy me pusé a leer post viejos de mi fotolog en el que muchos de mis ex compañeros del Quilmes High School me puteaban de arriba a abajo... jaja, me acuerdo cuando yo los insulté de arriba a abajo por un medio de comunicación tan burdo como fotolog. Seguramente ellos lo habran hecho miles de veces, qué imbeciles. Que imbeciles somos los humanos.
Y así la vida termina siendo a mi favor: Mi queridisima Florencia Dechert, te tuvieron que sacar del colegio porque te llevaste hasta el recreo. Pobre pelotuda, gorda y ricachona.
¿Qué? ¿Que vas a seguir marketing? No me hagas reir, necesitas tener cerebro para eso.
Me reí un rato, un buen rato leyendo eso.
... La verdad es que me dolió un poco; recordar mi pasado no es muy grato.
Mirá vos, Salinger se murió el 27 de enero de este año.